lunes, 16 de julio de 2012



Ya sé que no conozco Turquía. Pero lo realmente terrible es no haber recorrido tu cuerpo, ni haber pastoreado los ecos de tu sonrisa camino de tu pecho, ni mesurar la calidez de tu boca, cuando incandescente y lasciva se despliega generosa para decir: Si!!

Por tu lado salvaje naufragué rumbo a Venus, y ahora, a merced del viento, soy como un recuerdo imposible que no hubiera conocido presente, aferrado a la delicadeza vital de tus gestos, al albur de las corrientes.