martes, 14 de diciembre de 2010

Volátiles



Hoy mi psicoterapeuta me ha sometido a una nueva terapia, llamada terapia regresiva. Hace meses que lo amenazo con prescindir de sus prohibitivas consultas, si mi estado anímico no mejora.
Así que al llegar a la consulta me ha presentado a un especialista en hipnosis, para lograr al provocarme un trance hipnótico revivir todo mi recorrido vital, desde la más temprana niñez que sea posible. Al volver del viaje analizaran minuciosamente mis recuerdos hasta localizar al culpable, si es que el culpable estuviese ahí
Mira fijamente mis ojos “ con esa frase empezó la cosa, y en un instante brutal, me encontraba en una sillita de esas que se anclan a la mesa y en un hogar donde todos los objetos domésticos parecían enormes . Yo me negaba a comer, quizás por no tener hambre o bien por el sabor de la comida. Mi tía (presente allí por una razón que no me traje del recuerdo) trataba de lograr que me tragase la papilla. "haber abre la boquita, esta por papa", me negaba," esta por mama", me negaba. Entonces alcanzó un avión de juguete en el fondo de la estancia, y con la misma voz impostada imitó toscamente el sonido de un avión a propulsión. Mientras daba pasadas cerca de mi cara aquel Boeing siete tres siete, por mi boca abierta ante la fascinación por el artefacto iba colando la comida.
Desperté sobresaltado del trance, con los ojos muy abiertos y la explicación bien clara, como si hubiese encontrado la llave de mis desgracias. Aquel binomio alimentación aviación era mi cimiento vital, así había surgido mi vocación, así de forma subconsciente había asociado la idea de avión y abundancia.
Por tanto estas restricciones brutales habían provocado esta no depresión, según mi psicólogo por que a mi si me lo parecía y ahora ya no tenía dudas, con el drástico recorte habían atentado contra mis cimientos forjados en la más tierna infancia.
Al fin, no era por capricho aquello de hundirme tras la bajada de sueldo, es el trauma del descenso brusco, algo insoportable para cualquiera que trabaje en esta profesión, una caída brusca es el fin. No es por el dinero, a quien le importa el dinero, a mi no, el dinero se va, el psicólogo se lo queda, ese maldito coche rojo devora el dinero como luz un agujero negro, el barco... tantas cosas, está claro que no nos interesa para nada el dinero, que al final siempre va a parar a manos de otros, a mi entrenador o a mi asistente de compras. Soy como una organización benéfica, siempre repartiendo.
Pero que nos hallan expuesto a una desestabilización de tantos parámetros sólo puede terminar en desastre, una caída en barrena. La forma más humillante de ponernos en evidencia.
¡Es intolerable!



domingo, 21 de noviembre de 2010

INTENCIONES DE LUZ



 Disculpa la hora,
 pero las sombras han crecido tanto
 que ya todo es sombra
 Y en esta hora
 mis manos videntes
 dibujan tu nombre
 con intenciones de luz
 sólo ahora, en la inmensa sombra