Y llegó la hora en que los hidrocarburos fueron conquistando el planeta. Si un día fueron las bacterias, al otro los dinosaurios, al siguiente el ser humano, cuando todos los pronósticos se inclinaban por una floreciente edad de los virus... aparecieron los hidrocarburos.
Con sutil movimiento envolvente como tenaza tridimensional lanzaron su ataque por tierra mar y aire. Dotados de inteligencia compleja distribuida por su amplia y framentada geografía, los hidrocarburos no atacaron a cuerpo desnudo ni buscaron un cara a cara.
Desde las entrañas de la tierra urdieron un plan que abarcaba todos los frentes. Así para abandonar su recónditos dominios sin levantar sospechas, se manifestaron como una fuente amigable de energía a la que el hombre se entregó alegre y despreocupado. Además de cubrir las necesidades básicas de supervivencia, los humanos pudimos dar rienda suelta a nuestra vanidad y experimentar una sensación de poder antes propia de dioses y fuerzas de la naturaleza que de nuestra condición mortal.
Así con el anzuelo ya camino del esófago un ser humano encantado de haberse conocido, abrió la puerta a la edad de los hidrocarburos.La verdad que todo fue sobre ruedas para estos seres subterráneos, pocas las ocasiones en que el viento sopla tan a favor en este mundo que podría perfectamente llamarse planeta tropezón. Con esa obsesión nuestra de prenderle fuego a cualquier cosa por absurda que sea, abrimos la puerta a la invasión que incialmente se extendió por tierra y mar.
Pero estos individuos que además de listos son inteligentes, apenas leídos los primeros tratados bélicos comprendieron que lo importante era dominar el aire, además los extremos se tocan y tras tan largo tiempo bajo tierra fue todo un gran placer apropiarse del cielo, un lugar donde los éxitos tienen mejor sabor. Mientras bajo su mirada la ingenua humanidad iba y venía ensimismada cada vez con más ajetreo, mayor velocidad y ruido como si fuese a sublimarse.
Además las nuevas criaturas mecánicas que crecieron y se multiplicaron por todo el planeta bramando y atronando, parecían reencarnaciones metálicas de antiguos dinosaurios que hubieran vuelto como una excrecencia de la nueva clase dominante para volver a apropiarse de la tierra...