domingo, 21 de agosto de 2011

La escritura




"Voy a rezar una pequeña oración por ti"
. Por la mañana al escuchar esta canción  y me apeteció escribir algo bonito. Que sólo fuera bonito, sin ningún otro matiz.
Entonces pensé que la escritura no es otra cosa que dar forma a las lineas rectas, ellas son simples pero también orgullosas, están tan seguras de si mismas que caen en el egoísmo, jamás dudan. Nos observan con superioridad sin vacilación alguna conocedoras de su papel imprescindible en el mundo en que vivimos. Ignorando que no son más que un subproducto nuestro, que sin nosotros no existirían. La ignorancia es agresiva casi siempre.
Una de las más indomables lineas rectas es la alambrada de espinas, hiere la mirada y  desgarran el aire que se deshilacha en flequillos de confite a su paso. Si es un aire marino, por estar la alambrada cerca del mar, bajo los alambres se forman montoncitos de sal del propio aire deshilachado, que saben igual que las comisuras de tu boca. Luego cuando llueve el agua lo arrastra al mar y vuelve empezar el ciclo. Como esos besos que roban el amor de la boca y luego lo entregan al viento que lo perderá en la proxima alambrada maldiciendo por lo poco que ha podido disfrutarlo.
Por eso me vine al lado del mar, para escribirte, con mi dedo indice recojo un poco de sal bajo la alambrada y dejo que mi boca te imagine y el sabor embargue todo mi ser.
Los alambres están cubiertos de herrumbre por paso del tiempo y el salitre lo que facilita mi tarea de trocear el metal oxidado que va manchando mis manos de azafrán. Así con manos de herrero antiguo voy escribiendo cerezas a las que pongo unos finísimos cristales de sal en borde convexo antes de que la carne se pliegue en el ombligo que la une al árbol y pienso que puede ser la imagen silenciosa de tu ombligo. O me invento unos pájaros de caramelo que tras reconocer la alambrada, vuelen advirtiendo lo irreversible y profundo que es el dolor.
Con un poco suerte y un poco de tiento cuando acabe la tarde tendré centenas de letras para inventar historias que al final del todo siempre giran en torno  a tu nombre.