Tu sonrisa serena avanzó sobre el aire cansado
que te envolvía, marchito por el dolor del mediodía
y me supo a tristeza al posarse en mis labios
Por el rumor de la eternidad que velaba tu mirada
partió un velero tejido de silencio
desde alguna orilla dormida de los sueños
Al encuentro de las yemas lejanas de tus dedos
navegando sobre el mar mineral
de la espera en cada hora sólo escarcha y hielo
Cargado de consuelo
con la sonrisa más grande izada en las velas
me prendí en la elegancia y en los gestos
El naufragio ocurrió apenas cruzaste la puerta
entre las mesas el murmullo de gente en las copas
a la deriva sobre la espuma de tu cervezas
Con mi pedazo de noche entre las manos
para devolver a tus ojos la luz de las estrellas
me caí de las nubes a los pies de tu belleza